sábado, 21 de abril de 2012


El Club Bilderberg y las nuevas tecnologías: la implantación de microchips.


     Antes de comenzar la nueva entrada del blog, me gustaría aclarar que prácticamente toda la información de la que se compone ha sido conseguida, a lo largo de años y con un tremendo esfuerzo que le ha podido llevar a peligrar su vida, por Daniel Estulin, periodista y experto en el entramado del Club Bilderberg. Simplemente me he limitado a recopilar datos de su libro “La verdadera historia del Club Bilderberg” y adaptarlos, de la manera en la que me ha sido posible, al campo en el que se orienta nuestro blog: las nuevas tecnologías. Más especialmente, este es un estudio de los capítulos del libro de Daniel Estulin dedicados a los microchips.


Delegado británico: Los políticos griegos son una clase notoriamente corrupta.

Delegado americano: Seguro que están dispuestos a aumentar la tensión bélica con Turquía para que la gente de su país no se dije en su desastrosa gestión de la economía y en su ineptitud general.”

Conversación mantenida en 2004, debatiendo la admisión de Turquía en la UE.
Reunión del Club Bilderberg.


     Creo conveniente aclarar un par de conceptos básicos sobre el “Club Bilderberg” antes de abordar, sin más, la tecnología de los microchips y su implantación en los seres humanos.

     En primer lugar: el Club Bilderberg es una conferencia anual (cada año va variando el lugar de reunión) de la cúpula económica, política y social más importante del mundo que surgió en 1954. Solo se puede asistir a sus reuniones mediante una invitación (hay miembros fijos, como la Reina Sofía, y otros esporádicos, como el presidente del país en el que el Club se reúne cada año).

     Podemos considerar el Club Bilderberg como la organización que controla nuestro presente y nuestro futuro, la élite mundial que decide nuestras vidas.

     Cabe destacar una reflexión de Daniel Estulin en la que hace referencia al secretismo que envuelve al Club Bilderberg: mientras que en reuniones como el G8 hay miles de asientos reservados a periodistas, en las del Club está totalmente vetada la presencia de estos comunicadores. Es un hecho desde luego llamativo, pues si no tienen nada que ocultar, ¿qué les lleva a prohibir la entrada de los medios de comunicación?

     Por último, antes de centrarnos en el tema de los microchips, enumeraremos algunos de los objetivos del Club Bilderberg que Daniel Estulin hace públicos en su libro:


- Un solo gobierno planetario con un único mercado globalizado, con un solo ejército y una única moneda regulada por un Banco Mundial.

- Una Iglesia universal que canalizará a la gente hacia los deseos del Nuevo Orden Mundial. El resto de religiones serán destruidas.

- La muerte de cuatro mil millones de personas […] por medio de las guerras, el hambre y las enfermedades […].

- Crisis artificiales para mantener a la gente en un perpetuo estado de desequilibrio físico, mental y emocional […].

- Un férreo control sobre la educación con el propósito de destruirla […].


     
     Sin entrar o no en el debate de si todas estás abrumadoras afirmaciones son ciertas o no, centrémonos en lo que en esta entrada nos concierne: los microchips y su implantación en la sociedad.

     Como antecedente, Daniel Estulin parte de la idea de que el Club Bilderberg trama en las sombras la creación de un mundo sin dinero, sin tarjetas de crédito o débito con las que poder controlar a la población, los movimientos que hace. Así pues, se hace necesario encontrar otra manera de controlar a las personas: la implantación de microchips.

     “[…] el mundo se verá obligado a utilizar un nuevo sistema de identificación internacional informatizado que permitirá un acceso a los datos personalizados como detalles bancarios, clasificación crediticia o situación laboral. Todas las personas dispondrán de nuevas tarjetas de identificación personal para que el nuevo sistema funcione […]”.





     Dejando de lado lo que pueda haber de ficción o no en estas líneas, si se consolidará como realidad o no en un futuro cercano o lejano, o si ya es un hecho que, de alguna manera, estamos controlados de una forma más sofisticada que nuestras tarjetas bancarias, bien es cierto que la implantación de microchips es un hecho de bastante tiempo atrás.

     Sin ir más lejos, nos situamos aquí en España, en el año 1963, información que encontramos en otro libro, “El Sótano”, de David Zurdo y Ángel Gutiérrez; novela negra que en sus primeras páginas nos advierte: “La tecnología que se menciona en este libro es real. Las noticias que se recogen dentro del texto son auténticas. Eso es lo que debería darnos miedo”.

     Dicho lo cual: en el verano de 1963 un profesor, Rodríguez Delgado, consiguió implantarle a un toro bravo un microchip. Se puso delante del imponente animal, que corrió, como es su naturaleza, hacia él para envestirle. Cuando faltaban pocos metros para que el toro llegase con sus fuertes cuernos al profesor Rodríguez Delgado, este pulsó un botón de un mando que estaba accionado con el microchip del animal. El toro, aturdido, se paró en seco a escasos centímetros del profesor y miró a todos lados, completamente descolocado.




     Este ejemplo verídico (la noticia fue portada incluso en The New York Times) y toda la información recogida del libro de Daniel Estulin, nos llevan a imaginar a un mundo totalmente controlado por un grupo de poderosos, una élite que nos tendrá controlados como marionetas; más que ahora, si cabe.


Vídeos de interés:


Entrevista de Walter Martínez a Daniel Estulin: http://www.youtube.com/watch?v=iBkQwRc58oU&feature=share


María José Cardenete Cuenca

1 comentario:

A. Gándara dijo...

Yo la verdad es que soy bastante escéptico en estos temas. No digo que no haya una élite controlando el mundo, que creo que existe de alguna manera, pero no creo que haya una organización clandestina que busca el control. Sinceramente eso me suena más a novela de Dan Brown.

Creo que el hombre es lo suficientemente estúpido y avaricioso, para que los líderes mundiales no solo consigan el poder sin conflictos, sino que además sea secreto.

Los microchips, aunque suena bastante de ciencia ficción, si que considero preocupante. Pero ojo, no se necesita un microchip para controlarnos, simplemente la tele, la publicidad y todos los mensajes que nos llegan de la sociedad nos controla. Internet también forma parte de este sistema, no solo por su publicidad, sino por su influencia en la vida diaria, que es más rápida, menos profunda. En el fondo, aunque seamos activos en la red, como yo en este momento escribiendo este comentario en este blog, en la vida real somos seres pasivos.

Adrián Gándara Coca